La intervención Familiar ha demostrado ser una de las piedras angulares en el tratamiento de la enfermedad mental severa y crónica como la esquizofrenia. Desde que se produjo el proceso de desinstitucionalización, incluso, algunos estudios lo sitúan como el tratamiento psicológico más eficaz frente a esta enfermedad. (Vallina y Lemos, 2000).
Las familias ocupan un papel clave en el cuidado y soporte de las personas con una enfermedad crónica y se estima que aproximadamente el 80% de ellas viven con sus padres. Por ello, la problemática a la que se enfrentan, el desconocimiento de la enfermedad, el estigma social y el manejo diario de situaciones críticas, les conduce a vivencias dramáticas que afrontan con gran dificultad y en detrimento de su propio bienestar físico y mental. Todas las investigaciones han reconocido el núcleo familiar como un recurso esencial en la atención a la persona que sufre una enfermedad mental severa y crónica que precisa de información, asesoramiento y apoyo (Cañamares y cols, 2001).
En los diferentes y exhaustivos estudios sobre eficacia, parece constatado que este tipo de intervención obtiene resultados favorables, es decir, mejoran el conocimiento de la enfermedad, favorecen un clima familiar más adecuado y optimizan el grado de participación social y comunitaria de la familia respecto a la búsqueda de recursos para sus allegados enfermos (Lamb, 1991).
En resumen, basándonos en Vallina y Lemos (2000 y 2001) las intervenciones familiares han resultado eficaces en los siguientes aspectos:
Facilitar a los familiares el aprendizaje de estar mejor consigo mismos independientemente del problema de su familiar. La idea es que si ellos están bien, tendrán una mejor predisposición a la hora de ayudar a su familiar enfermo además de que tendrán más claridad a la hora de tratar con él sin que les perturbe el estado de este contagiándole su bienestar.
La familia es el primer agente socializador. Es el primer entorno en donde los hijos aprenden las primeras lecciones del mundo, de la realidad y de sí mismos. Así como aprendan a desenvolverse en el entorno familiar, serán luego capaces de desenvolverse por sí mismos el resto de sus vidas.
Sin embargo, las circunstancias personales, sociales e individuales, pueden dificultar esta tarea. Es por ello que desde este programa pretendemos abrir un espacio de encuentro y de diálogo para familias que quieran adquirir herramientas que mejoren la comunicación, las estrategias de afrontamiento y las relaciones entre sus miembros. Cada uno de los padres que asisten al grupo puede aportar sus propias experiencias y dificultades, así como escuchar las de otros padres, generando un espacio de encuentro y apoyo mutuo. Se trata de aumentar o mejorar los recursos que la familia ya posee para que así puedan abordar mejor los problemas del día a día.
El hecho de que sea un espacio de encuentro hace el programa más enriquecedor, por el apoyo que supone el poder compartir experiencias, así como por la gratificación de poder contribuir con sugerencias a otros padres. Se fomenta la comunicación, se crean espacios de confianza y escucha donde todo el mundo tiene voz, al mismo tiempo que podemos trabajar la gestión de las emociones.
3. DESTINATARIO/ ¿A quíén va dirigido?
Familiares de personas con enfermedad severa que deseen aprender nuevas estrategias para mejorar su relación con ellos, comprenderles y aprender a manejar situaciones complejas o crisis.
Precio individual por sesión 10 €